Tamales de México

Tamal, del náhuatl tamalli, que significa “envuelto”, se hacen con masa de maíz cocida y hasta ahí acaban las similitudes, después los sabores son ilimitados. Envuelto con hojas de elote, plátano u hoja santa; rellenos de pollo, gallina o cajeta. Es en serio cuando decimos que no hay límites y no hay forma de resistirse.

Tamal dulce: Lo es una comida se transformó en postre y es delicioso. Los tamales dulces comparten con sus “primos” salados el hecho de estar hechos de masa y envueltos en hojas, pero hasta ahí porque todo cambia cuando el relleno incluye frutas, azúcar, chocolate, cajeta, pasas, entre otros ingredientes dulces. Se come en el centro del país, en la zona de la Ciudad de México y, algunos son de color rosa.

Chipilín: Los olmecas también tenían su variedad de tamales, uno de los más populares son los tamales de chipilín, que se comen en Tabasco, Chiapas y Oaxaca. Similares a los vaporcitos yucatecos, el sabor cambia debido a la planta chipilín, una crotalaria longirostrata cuyas hojas tienen alto contenido de minerales como el hierro, calcio y magnesio, así como de vitamina B y C, su sabor es intenso, y a algunos de estos tamales les agregan camarón seco.

Vaporcitos. Este top inicia con los tamales de nombre gracioso, que se originan en el modo de cocción: al vapor. En la península de Yucatán son muy populares se preparan con una masa de maíz muy delgada a la que se agrega un guiso de carne de pollo o cerdo con recado rojo (cuya base es el achiote), cebolla, tomate y epazote, en su modalidad básica, a partir de ahí se puede añadir chaya picada o frijol x’pelon a la masa, huevos y hasta queso.

Tamal oaxaqueño: El estado mexicano de Oaxaca se lleva las palmas con sus tamales de mole: negro, coloradito y amarillo, de acuerdo con la receta del guiso de cada uno, pero además se dan el lujo de ofrecer al mundo unos tamales de chapulines que al combinarse con la masa tienen esa textura suavecita y crujiente a la vez.

Otros tamales: No hay forma de definir cuál tamal dejar fuera, así que en este espacio hablaremos de dos tipos: el de elote y el mucbipollo. No tienen ninguna relación entre sí, uno está hecho de elote con un sabor dulzón y una textura suave y cremosa, se hacen con granos de maíz fresco y se envuelven en hoja de elote. El otro se envuelve con hoja de plátano y se entierra, por lo que adquiere una textura crujiente y sabor con notas terrosas y de leña, robusto, con sus notas de achiote y el toque de la carne de gallina, gallo y cerdo. Irresistible.

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