Para los pueblos originarios de Mesoamérica el maíz no sólo es la base de su alimentación, es un regalo de los dioses y lo que estos emplearon para crear al hombre. De ahí que hasta la actualidad sobreviven ceremonias en torno al cultivo del maíz, con frecuencia producto del sincretismo religioso, en las que se solicita “permiso” para sembrar, se piden lluvias o una buena cosecha.
Hoy la Tortilla Ceremonial es parte del patrimonio gastronómico y cultural del estado de Guanajuato, que la celebra con el festival “Muicle y Mezquite”. Se trata de una tortilla de maíz nixtamalizado hecha a mano, que lleva en uno de los lados una imagen impresa, la cual es plasmada con un sello de madera que se baña con una tinta hecha a base de muicle. Posteriormente, se coloca la tortilla a media cocción y la imagen se transfiera a ella.
Finalmente se regresa la tortilla al comal para terminar la cocción y poder comerla. Cabe aclarar que este elemento no cambia el sabor de la tortilla.
Los sellos ceremoniales que son usados en las tortillas son una muestra de la tradición otomí que aún se encuentra arraigada en Guanajuato. Pintar la tortilla es práctica habitual en Comonfort, al menos en los barrios de San Agustín y La Palma, que se originaron en las migraciones de grupos
otomíes; el primero, a mediados del siglo XVI, cuando se asentaron y congregaron formando el pueblo de San Agustín; el segundo, cuando en el siglo XVIII un grupo de vecinos de la hacienda del Molino de Soria compró un terreno para construir una capilla y venerar a su Santa Cruz.
Este año se llevó a cabo el festival de la “Tortilla Ceremonial” del 11 al 14 de noviembre en el pueblo mágico con las debidas medidas sanitarias. Los organizadores confían en que el próximo año se podrá realizar nuevamente.