Amarga sorpresa de una argentina en los días de finados

Silvia Káter llegó a Yucatán en agosto 1981 procedente de Argentina. Embarazada de su hijo mayor, vivía en la colonia Alemán de Mérida, donde continuamente pasaban vendedores ambulantes, incluyendo uno que ofrecía leche de cabra recién ordeñada.

 

“Era muy bonito y autóctono, porque llegaba con todo y el rebaño de cabritas”, recuerda la actriz, que disfrutaba el desfile de vendedores… hasta que pasó uno ofreciendo “pibes sabrosos calientitos enterrados”.

“Fue horrible, es como si fueras a Argentina y oyeras que alguien pregona chavitos enterrados, porque pibes en Argentina es ‘niños’. Fue un golpe, me sentí muy mal, me fui corriendo a casa de mi vecina para que me explicara que estaban vendiendo, me dijo ‘tamales’, ¿y de qué están rellenos?’, le pregunté, ‘de puerco’, me dijo, y me explicó que era una tradición del Día de Muertos, una costumbre yucateca, fue mi primera confrontación con la gastronomía local”, confiesa.

 

Todo lo demás fue placentero, a Silvia le gusta probar cosas nuevas. Le encantan los sabores de la comida de Yucatán, se acostumbró rápido a la gastronomía yucateca, que además aprendió a cocinar.

 

Argentina descubre la comida prehispánica

“Aprendí a hacer muchas cosas, desde chayitas, polcanes y relleno negro hasta pibes”, confiesa riendo. “Me gusta mucho el queso relleno, mis amigas me han enseñado, la mamá de Paco Marín (director de teatro) es una excelente cocinera, me enseñó a hacer el pib y el queso relleno”.

También le gusta la comida prehispánica y Patricia Colunga ha sido su guía por productos como maíz, frijoles, calabazas, chile y hoja santa. En su recorrido encontró similitudes entre México y Argentina, en ambos países llaman remolacha al betabel y repollo a la col, pero la preparación y los sabores son distintos.

 

México y Argentina tienen tamales, en este último se llaman humitas y otros, envueltos en hojas de hoja de elote, llamados choclos. Las empanadas argentinas no se parecen para nada a las mexicanas, ni la masa ni el contenido son iguales, allá es masa de trigo no de maíz, y los rellenos son otra cosa.

Silvia indica que los cortes de carne de estados como Sonora sí son parecidos a los cortes argentinos, pero todo lo demás es diferente, aunque admite que acá ya se consiguen todos los ingredientes para hacer un asado argentino, como la carne o los chorizos.

Una actriz en el mercado

“Cada vez hay más influencia de México en otros países, hay más gente comiendo tacos, jamás se había visto antes, ahora hay tortillas en los supermercados de muchos países”, dice.

El trabajo de Silvia como actriz la ha llevado a varias ciudades de México donde ha presentado sus obras de teatro, lugares donde suele visitar los mercados para conocer la gastronomía popular.

 

“No lo he hecho en estos tiempos de pandemia, pero ir a comer a los mercados equivale a ir a un museo, cuando viajo es lo primero que visito, no solo por lo variado de los mercados en general, sino por la gastronomía, siento que se respeta mucho en esos lugares”.

 

Los tamales de cada zona del país le llaman mucho la atención, por su amplia variedad; también le gusta el caldo tlalpeño, la sopa de tortilla, los sopes, los tlacoyos, los peneques, las enchiladas, los chilaquiles, y  le fascina la forma en la que preparan los pescados y mariscos en Veracruz y Mazatlán, o en Guaymas, Sonora, “me enloquecen, los cocteles y ceviches son similares a los de acá, pero son especiales; la comida campechana también me fascina, creo que me gusta comer demasiadas cosas”.

Al ritmo de la salsa

Para Silvia, la variedad de salsas que hay en México es algo que siempre le ha sorprendido, porque en Argentina tienen pocas, la de tomate, el chimichurri y la bechamel o salsa blanca que sirve de base a los panqueques (crepas), pero hasta ahí.

 

“Me gusta mucho el pollo pibil y el tikinxik de Yucatán, pero hay que tener cuidado con el picante: ‘cuando un mexicano dice ‘no pica’, el extranjero debe entender ‘pica poquito’; ‘pica poquito’ es ‘pica mucho’, y ‘pica mucho’ es ¡no lo comas!”.

 

Otro guiso que encuentra similar es el locro, una comida típica argentina con cierta semejanza con el pozole mexicano.

“Se hace maíz o con trigo entero, se cocina mucho tiempo, con calabaza de Castilla (zapallo), es un caldo espeso que lleva carne y chorizo seco, se sirve con cebollín frito encima, que se pone en la mesa, para que cada quien se lo agregue al gusto, es de mis platillos favoritos de Argentina”.

 

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