“Un restaurante es un negocio”, afirma con seguridad el chef español Albert Adrià, uno de los hombres más influyentes en el mundo de la cocina, con múltiples reconocimientos entre estrellas Michelin, ser considerado una de las personas más influyentes del mundo por la revista Time, en 2004; entre muchos otros.
El nombre de Albert Adrià se asocia con el de Juli Soler, y de este binomio surge un nombre que resuena en el mundo de la cocina internacional: “elBulli”, todo un fenómeno hasta el día de hoy, pero no es ese el tema del que hemos hablado con el chef durante una entrevista que nos concedió durante el Festival Gastronómico de Xcaret.
El hombre conoce el negocio y dice, sin ningún afán de pretensión que la alimentación mueve miles de millones, no especificó si de euros o dólares, pero la idea que tiene es que todo lo que mueve el dinero es susceptible de tener varias verdades.
“Yo soy cocinero” dice con autoridad y humildad, al reconocer que muchos restaurantes cierran porque no saben cómo gestionar su economía, con la claridad y la certeza de que un restaurante es un negocio… y con esa claridad sabe que se puede cobrar 300 dólares por comer.
“La gastronomía es honesta”, asegura, y luego pregunta “¿cómo puede ser honesta cobrándome 300 dólares por comer?”
“Sabemos todos que los restaurantes de alta gastronomía en sí mismo no son negocio, lo que ocurre es que esos productos se convierten en marcas y las marcas sí que lo son”. Albert Adrià lo tiene claro y sabe que una marca no surge mágicamente al invocarla, sino que es un trabajo que cuesta muchos años, es una inversión.
