El tema del cuidado de la salud nunca ha estado en boca de todos tanto como ahora, cuando la gente ha buscado en cualquier sitio para encontrar “algo” que pueda protegerlos de todas las enfermedades que hay en el mundo y, de forma particular, del coronavirus.
En el tema del virus que ha generado una pandemia, ya no sólo se habla de proteger las vías respiratorias sino también de fortalecer el sistema inmunológico y entre los más recurrido se encuentra el kéfir, un fermentado doble: por acción bacteriana (como el yogurt) y por levaduras.
La bebida fue muy popular en México en la década del 60, en aquella época se conocía como leche búlgara y se genera a partir de unas “bolitas” blancas conocidas como búlgaros, este tipo de fermentado se da mejor en sitios fríos.
El kéfir tiene una baja concentración de alcohol, 0,5%, y sus efectos positivos se expanden hasta la diabetes tipo 2, la hipertensión y enfermedades cardiovasculares, el sistema óseo y la microbiota intestinal, donde es particularmente importante para quienes los excesos les han llevado a dañar la flora intestinal o para quienes por alguna infección se han visto en la necesidad de tomar antibióticos.
La bebida tiene origen en la leche animal (vaca, oveja o cabra), su sabor es más ácido de lo que el paladar espera de un lácteo como el yogurt, es más denso que la leche, se recomienda endulzarlo con miel o azúcar mascabado y es excelente para incluirlo en los famosos licuados con la fruta de tu preferencia.
Otra forma de consumirlo es con granola, frutos secos o cereal, sus propiedades y la posibilidad de combinarlo con alimentos ricos en nutrientes y bajos en calorías, ponen al kéfir en un lugar privilegiado para quienes siguen un régimen alimenticio para bajar de peso.
En algunos lugares de México tuvo auge en la década de los 80, la gente adquiría lo que se conoce como búlgaros y a partir de ellos recolectaba el kéfir.
Lee también
Mole negro, espléndido guiso oaxaqueño, que identifica a los mexicanos
